lunes, 9 de enero de 2012

El sueño de los niños y su problemática

Trastornos del estado de ánimo
Falta de sueño afecta sentimientos de los niños
Privarles de una sola siesta diaria causa ansiedad, menos alegría e interés, y baja capacidad de resolución de problemas.
Los niños pequeños que se saltan las siestas diurnas podrían estar en mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo más adelante en la vida, indica un estudio reciente.
Saltarse una siesta diurna podría hacer más difícil que los niños pequeños aprovechen del todo las experiencias emocionales e interesantes y que se adapten a nuevas frustraciones.
"Igual que una buena nutrición, el sueño adecuado es una necesidad básica que da a los niños la mejor oportunidad de obtener lo más importante de las personas y las cosas que experimentan cada día", señaló la líder del estudio Monique LeBourgeois, profesora asistente del departamento de fisiología integradora de la Universidad de Colorado, en Boulder.

Bajos de alegría e interés
Los investigadores observaron a niños pequeños de 30 a 36 meses de edad, y hallaron que privarles de una sola siesta diaria resultaba en más ansiedad, niveles más bajos de alegría e interés, y menores capacidades de resolución de problemas.
"Muchos niños pequeños de hoy día no duermen lo suficiente, y para ellos, las siestas diurnas son una forma de asegurar que sus 'tanques de sueño' estén llenos cada día", señaló LeBourgeois.
"Este estudio muestra que la falta de sueño en la forma de saltarse las siestas afecta la forma en que los bebés expresan distintos sentimientos, y con el tiempo podría conformar sus cerebros emocionales en desarrollo y ponerlos en riesgo de problemas relacionados con el estado de ánimo para toda la vida", explicó.

Detalles de la investigación
Según el estudio que aparece en línea y en una próxima edición impresa de la revista Journal of Sleep Research, los investigadores grabaron en video las expresiones emocionales de los niños pequeños mientras trabajaban en rompecabezas de imágenes solubles e insolubles en dos días distintos.
Un día, la prueba se llevó a cabo una hora después de que los niños pequeños hicieran su siesta diurna normal de 90 minutos.
Otro día, a los niños se les privó de sus siestas, y recibieron la prueba una hora después de su hora normal de siesta.

Metodología
Cuando les privaron de la siesta, los niños experimentaron un descenso de 34 por ciento en las respuestas emocionales positivas tras completar los rompecabezas solubles, un aumento de 31 por ciento en las respuestas emocionales negativas cuando no pudieron completar los rompecabezas insolubles, y una reducción de 39 por ciento en la expresión de confusión cuando intentaban completar los rompecabezas insolubles.
"La confusión no es mala. Es una emoción compleja que muestra que el niño sabe que algo no sale bien", anotó LeBourgeois.
"Cuando los niños que han dormido bien experimentan confusión, son más propensos a buscar ayuda de los demás, que es una respuesta positiva y adaptativa que indica que están cognitivamente involucrados en su mundo".

Continuarán las dificultades
No se puede suponer simplemente que los problemas de sueño del bebé son normales y esperar que pasen pronto, puntualizas otro estudio publicado en la revista Pediatrics.
Este halló que los bebés con problemas de sueño son varias veces más propensos a seguir teniendo dificultades para dormir en la niñez, comparado con los bebés con buen descanso.

No es normal
Investigadores del Centro Médico del Hospital de Niños de Cincinnati hallaron que uno de cada 10 menores de 3 años tiene problemas de sueño como pesadillas, despertares, dificultad para quedarse dormido o incapacidad de dormir en su propia cama, resultados que se encuentran en el rango de otros estudios.
"Muchas veces el mensaje es, 'No se preocupe, esto es típico y mejorará'", dijo Kelly Byars, psicóloga pediátrica autora del nuevo estudio.
Pero su equipo descubrió, y otros expertos coinciden, en que esto frecuentemente no es normal.

Persisten por años
Los problemas del sueño "definitivamente empiezan temprano y (los investigadores) mostraron que persisten por años", dijo Lisa Meltzer, especialista en sueño infantil de National Jewish Health en Colorado, quien no participó del estudio.
"Los niños no superan solos los problemas de sueño y sus datos muestran esto bastante claramente", agregó Meltzer.

Encuesta
Los investigadores encuestaron a más de 250 madres sobre las conductas de sueño de sus hijos cuando tenían 6, 12, 24 y 36 meses de vida.
Si los chicos comenzaban sin problemas de sueño, eran buenas las posibilidades de que nunca aparecieran, reveló el estudio.
Pero entre 21 y 35 de cada 100 niños con un problema de sueño continuaron teniéndolo más adelante.

Problemas cambiantes
El equipo también halló que los tipos de problemas de sueño cambiaban a medida que los niños crecían.
Cuando los pequeños tenían menos de 2 años, los problemas más comunes informados incluían dificultad para dormirse y permanecer dormidos.
A los 3 años, los niños tenían con más frecuencia pesadillas y sobresaltos durante el sueño.

Rutinas y horario
Mientras que los trastornos formales del sueño son considerados médicamente más graves, Byars dijo que los problemas para dormir pueden tener un impacto sobre el humor, la atención, el aprendizaje y el desarrollo de los niños, sin mencionar la falta de descanso en los padres.
"El sueño tiene que ser una prioridad para toda la familia. Los padres deben tener rutinas y horarios de sueño y de despertar consistentes.
"La investigación ha demostrado que todas estas cosas son muy importantes", dijo Meltzer.

Rutina placentera
Un niño pequeño dormirá con mayor frecuencia durante 12 a 14 horas al día.
Alrededor de los 18 meses, los niños sólo necesitan una siesta cada día, pero ésta no debe ser cerca a la hora de acostarse.
Procure que la rutina a la hora de acostarse sea constante y placentera.
Mantenga las actividades como bañarse, cepillarse los dientes, leer cuentos, rezar, etc. en el mismo orden cada noche.
Escoja actividades que sean tranquilizadoras como tomar un baño, leer u dar un masaje suave.
Mantenga la rutina hasta una cantidad de tiempo establecida cada noche.

Apagar las luces
Déle al niño un aviso cuando ya casi sea el momento de apagar las luces y dormirse.
Un muñeco de peluche o una cobija especial pueden darle al niño alguna seguridad después de que se apagan las luces.
Antes de apagar la luz, pregúntele si necesita algo más. Satisfacer una petición simple está bien. Una vez que se haya cerrado la puerta, es mejor ignorar peticiones posteriores.

Reglas
Establezca una regla de que el niño no puede salir de su alcoba.
Si el niño comienza a gritar, cierre la puerta del cuarto y dígale "lo siento, pero tengo que cerrar la puerta. La abriré cuando estés calmado."
Si el niño sale de su cuarto, evite discusiones.
Usando un buen contacto visual, dígale que le abrirá la puerta de nuevo cuando esté en la cama.
Si el niño dice que ya está acostado, abra la puerta.

Aprender a calmarse
Si el niño trata de subirse a su cama durante la noche, regréselo a la cama tan pronto como se note su presencia, a menos que tenga miedo.
Evite dar sermones o tener con él conversaciones tiernas.
Si el niño simplemente no puede conciliar el sueño, aconséjele que lea o mire libros en su cuarto y que no interrumpa el sueño de los demás miembros de la familia.
Elogie al niño por aprender a calmarse y quedarse dormido solo.

Imponderables
Recuerde que los hábitos a la hora de dormir se pueden interrumpir por cambios o estrés como mudarse a una nueva casa o la llegada de un nuevo hermano o hermana.
Puede llevar tiempo restablecer las prácticas previas a la hora de acostarse.

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