Uno de los retos planteados en la Agenda Ciudadana es la integración de los trastornos mentales y las adicciones al sistema general de salud pública
Entre las principales dificultades destaca la falta de comprensión que prevalece en la sociedad hacia las enfermedades mentales
A principios de 1950, se desarrolló en México el primer programa institucional destinado específicamente a impulsar y orientar los servicios dirigidos a la atención de personas con trastornos mentales, así como para promover la salud mental. Desde entonces, las políticas públicas en este campo se han ampliado, pero los especialistas indican que es necesario multiplicar los esfuerzos y modificar las estrategias debido a los profundos perjuicios que generan en la sociedad.
Por ejemplo, se estima que cinco de las 10 enfermedades con mayor grado de discapacidad son neuropsiquiátricas: depresión, ansiedad, déficit de atención, bipolaridad y adicciones. La situación se agrava si se considera que uno de cada cuatro mexicanos ha tenido alguna vez algún trastorno mental. Es por esto que la Agenda Ciudadana de Ciencia, Tecnología e Innovación propone a la salud mental y las adicciones como un tema prioritario para alcanzar una mejor calidad de vida hacia el 2013.
El reto consiste en "encontrar mejores alternativas de tratamiento, mejores fármacos para el control de las enfermedades, mejores herramientas para hacer diagnósticos, así como para entender la manifestación de la vulnerabilidad genética; de manera que todo esto sirva para integrar los trastornos mentales y las adicciones al sistema de salud pública y dar todos estos adelantos a la población", dijo María Elena Medina Mora, coordinadora del mismo en la agenda ciudadana y directora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
Uno de los primeros pasos por emprender para cumplir el reto debe ser "modificar la manera en cómo se invierte el dinero en la atención a la salud, pues alrededor de la mitad se destina a hospitales de tercer nivel [aquellos de complejidad avanzada como los generales regionales y los especializados], en donde son atendidos por primera y única vez, cuando pudieron haber sido tratados en etapas muy anteriores a su enfermedad", señaló la especialista. De esta manera, la inversión debe llegar también al primero (enfocado a aspectos básicos de la salud) y segundo nivel de atención médica (donde los pacientes no requieren hospitalización), agregó.
Por otro lado, la atención misma también debe reestructurarse, aseguró la coordinadora, pues por ejemplo, existe una asociación entre padecimientos como la diabetes, el cáncer o la obesidad con la depresión. Si un paciente con alguna enfermedad crónica recibe simultáneamente atención a su salud mental, se apegará mejor al tratamiento, con lo que mejorará su calidad de vida y disminuirán los costos para su atención a nivel personal, familiar y de los servicios de salud.
Para Medina Mora, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, el reto que encabeza es prioritario pues advirtió que si no somos capaces de ofrecer a los niños ambientes libres de violencia para que crezcan sanamente, ni de generar escenarios libres de estrés donde la gente desarrolle sus potencialidades; la sociedad mexicana no tendrá salud mental, por ende no gozará de salud, lo cual limitará el progreso y desarrollo del país.
Una de las principales dificultades para lograrlo –agregó- es el gran estigma y la falta de comprensión que prevalece en la sociedad hacia las enfermedades mentales y las adicciones.
El alcoholismo es un ejemplo pues quienes la padecen, así como sus familiares, generalmente lo ocultan y niegan ante los demás, lo que la coloca en una de las enfermedades que mayor rezago tiene en cuanto a la atención médica, "se estima que el 75% de los casos nunca llegan a tratamiento; los enfermos tardan entre doce y hasta treinta años en llegar a tratamiento, pero antes ya dejaron una estela de dolor en la familia, cuando es una enfermedad como cualquier otra, incluso se comporta de una manera muy parecida a la diabetes".
En ese sentido, las adicciones debieran ser atendidas como cualquier otra enfermedad, "nosotros nunca pensaríamos en quitarle la atención a un diabético aunque coma lo que no deba y sepa que no lo debería hacer, pero cuando llegamos al alcoholismo, a los trastornos mentales, la percepción de la población es diferente", aseguró.
Por otro lado, la coordinadora enfatizó la importancia de integrar la atención y el tratamiento de las adicciones porque, por ejemplo, "el 80% de los adictos graves tiene una patología mental, y si lo tratamos en escenarios diferentes nunca podremos prevenir ni controlar".
La especialista agregó que parte del reto también es "que podamos hablar de estas enfermedades como cualquier otra, que los niños se atrevan a hablar de lo que pasa en sus casas, que los enfermos se atrevan a hablar de lo que les está pasando; entonces encontremos soluciones mucho más integradas a la sociedad".